miércoles, 28 de julio de 2010

REFUERZO 7°


GIMNASIO LOS PINOS
ACTIVIDADES DE REFUERZO GRADO 7°


LEE CON ATENCIÓN:
Historia de los dos que soñaron
Gustavo Weil

Cuentan los hombres dignos de fe (pero sólo Alá es omnisciente y poderoso y misericordioso y no duerme) que hubo en El Cairo un hombre poseedor de riquezas, pero tan magnánimo y liberal que todas las perdió, menos la casa de su padre, y que se vio forzado a trabajar para ganarse el pan. Trabajó tanto que el sueño lo rindió debajo de una higuera de su jardín y vio en el sueño a un desconocido que le dijo:

-Tu fortuna está en Persia, en Isfaján; vete a buscarla.

A la madrugada siguiente se despertó y emprendió el largo viaje y afrontó los peligros de los desiertos, de los idólatras, de los ríos, de las fieras y de los hombres. Llegó al fin a Isfaján, pero en el recinto de esa ciudad lo sorprendió la noche y se tendió a dormir en el patio de una mezquita. Había, junto a la mezquita, una casa y por el decreto de Dios Todopoderoso una pandilla de ladrones atravesó la mezquita y se metió en la casa, y las personas que dormían se despertaron y pidieron socorro. Los vecinos también gritaron, hasta que el capitán de los serenos de aquel distrito acudió con sus hombres y los bandoleros huyeron por la azotea. El capitán hizo registrar la mezquita y en ella dieron con el hombre de El Cairo y lo llevaron a la cárcel. El juez lo hizo comparecer y le dijo:

-¿Quién eres y cuál es tu patria?

El hombre declaró:

-Soy de la ciudad famosa de El Cairo y mi nombre es Yacub El Magrebí.

El juez le preguntó:

-¿Qué te trajo a Persia?

El hombre optó por la verdad y le dijo:

-Un hombre me ordenó en un sueño que viniera a Isfaján, porque ahí estaba mi fortuna. Ya estoy en Isfaján y veo que la fortuna que me prometió ha de ser esta cárcel.

El juez echó a reír.

-Hombre desatinado -le dijo-, tres veces he soñado con una casa en la ciudad de El Cairo, en cuyo fondo hay un jardín. Y en el jardín un reloj de sol y después del reloj de sol, una higuera, y bajo la higuera un tesoro. No he dado el menor crédito a esa mentira. Tú, sin embargo, has errado de ciudad en ciudad, bajo la sola fe de tu sueño. Que no vuelva a verte en Isfaján. Toma estas monedas y vete.

El hombre las tomó y regresó a la patria. Debajo de la higuera de su casa (que era la del sueño del juez) desenterró el tesoro. Así Dios le dio bendición y lo recompensó y exaltó. Dios es el Generoso, el Oculto.

FIN

LA CASA DE ASTERIÓN
Jorge Luis Borges

“Y la reina dio a luz un hijo que se llamó Asterión.”
Apolodoro, Biblioteca, III,I


Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito*) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aqui ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la Tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el Sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.

El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro porque las noches y los días son largos.

Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos). Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya veras cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.

No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce (son infinitos) los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce (son infinitos) los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado Sol;. abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el Sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.

Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que, alguna vez llegaría mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto.

¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?

El Sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.

-¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.

FIN
* El original dice catorce, pero sobran motivos para inferir que en boca de Asterión, ese adjetivo numeral vale por infinitos.

RESPONDE
1. Escoge 20 palabras en el texto e indica cuál es su respectivo sinónimo y antónimo.
2. Identifica en las lecturas 10 oraciones en voz activa y exprésalas en voz pasiva.
3. Indica cuáles son las características de las voz pasiva
4. Diseña un cuadro comparativo acerca de las lecturas, con similitudes y diferencias entre cada uno de los textos.
5. Escoge uno de los cuentos y despliega un análisis literario completo.

No olvides enviarlo a rnavajasd@gmail.com o publicarlo en http://literaweb2.blogspot.com/

REFUERZO 8°

GIMNASIO LOS PINOS
ACTIVIDADES DE REFUERZO GRADO 8°


LEE CON ATENCIÓN:

Tres hermanas casaderas, Soledad, Julia e Irene, conocieron a un joven y apuesto caballero, licenciado en letras y las tres se enamoraron de él. Pero el caballero no se atrevía a decir de cuál de las tres hermanas estaba enamorado. Como no se declaraba a ninguna, las tres hermanas le rogaron que dijera claramente a cuál de las tres amaba. El joven caballero escribió en un poema sus sentimientos, aunque "olvidó" consignar los signos de puntuación, y pidió a las tres hermanas que cada una de ellas añadiese los signos de puntuación que considerase oportunos. La décima era la siguiente:

Tres bellas que bellas son
me han exigido las tres
que diga de ellas cual es
la que ama mi corazón
si obedecer es razón
digo que amo a Soledad
no a Julia cuya bondad
persona humana no tiene
no aspira mi amor a Irene
que no es poca su beldad

Soledad leyó la carta:

Tres bellas, ¡qué bellas son!,
me han exigido las tres
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.
Si obedecer es razón,
digo que amo a Soledad;
no a Julia, cuya bondad
persona humana no tiene;
no aspira mi amor a Irene,
que no es poca su beldad.

Julia en cambio:

Tres bellas, ¡qué bellas son!,
me han exigido las tres
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.
Si obedecer es razón,
¿Digo que amo a Soledad?
No. A Julia, cuya bondad
persona humana no tiene.
No aspira mi amor a Irene,
que no es poca su beldad.

Dijo Irene:

Tres bellas, ¡qué bellas son!,
me han exigido las tres
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.
Si obedecer es razón,
¿Digo que amo a Soledad?
No. ¿A Julia, cuya bondad
persona humana no tiene?
No. Aspira mi amor a Irene,
que no es poca su beldad.

Así pues persistía la duda, por lo que tuvieron que rogar de nuevo al joven que les desvelara quién era la dueña de su corazón. Cuando recibieron de nuevo el poema del caballero con los signos de puntuación las tres se sorprendieron al ver que ninguna era merecedora del amor del joven: (Ubica los signos de puntuación):

Tres bellas que bellas son
me han exigido las tres
que diga de ellas cual es
la que ama mi corazón
si obedecer es razón
digo que amo a Soledad
no a Julia cuya bondad
persona humana no tiene
no aspira mi amor a Irene
que no es poca su beldad


EL ARTÍCULO DE OPINIÓN

El artículo de opinión tiene una gran presencia en la prensa. En este tipo de artículos se emiten opiniones concretas suscitadas por un tema de actualidad.
Las funciones del artículo son similares a las del editorial. En él se ofrecen valoraciones, opiniones y análisis sobre diversas noticias. A diferencia del editorial, el artículo va firmado y representa la opinión particular de su autor. En ocasiones, incluso esta opinión puede disentir manifiestamente de la postura institucional del periódico expresada en sus editoriales. Otra diferencia que debes tener en cuenta es que los temas tratados en los artículos pueden ser mucho más variados puesto que los editoriales sólo abordan noticias que poseen una gran relevancia.

El artículo de opinión está estrechamente ligado al autor, por ello su credibilidad y capacidad de influencia dependen del prestigio y autoridad que merezca esa firma a los lectores.

Los artículos suelen tener una extensión entre las quinientas y las ochocientas palabras y no tienen por qué ser escritos por periodistas. Cualquier otro profesional puede expresarse mediante un artículo de opinión. Pero sean periodistas o no, los articulistas suelen ser profesionales contrastados con muchos años de experiencia y una trayectoria conocida por la opinión pública.
Podemos distinguir dos tipos de articulistas: los que abordan cualquier tema o asunto de actualidad y publican sus artículos con una determinada periodicidad, y los que publican, de forma periódica u ocasional, artículos referidos a aquellos asuntos que pertenecen a su especialidad.

En: http://recursos.cnice.mec.es/media/prensa/bloque4/pag8.html




El desnucadero

Y Dios hizo al televentero
Por: Gustavo Gómez Córdoba

LOS TELEVENTEROS SON SERES ESpeciales, capaces de devorar un minuto de vida con la boca llena de mil palabras; juegan a culebreros en un mundo donde la palabra ya no vale, excepto si la disparan ellos envuelta en sus babas… de caracol.
Nadie ha dicho que roben, pero tampoco se ha comprobado que los vendedores del camino más corto y más barato a la felicidad sean del todo transparentes. En 1958 los hubieran llamado para protagonizar The blob, cinta de terror clase B en la que un meteorito regalaba a la Tierra una repugnante gelatina que lograba meterse por todas partes. Así son los televenteros: no hay resquicio por el que no se metan ni tarjeta de crédito que no estén dispuestos a devorar. Comen de todo, hasta prensa: los televenteros y su no menos efectiva versión auditiva, los radioventeros, han logrado, unos y otros, el placer máximo de reclutar a los periodistas, halagándolos con soberbias pautas para sus programas y uniformándolos como sirvientes leales.
Más bien pocos misterios hay en el método comercial de los televenteros: algo baratongo, que uno no necesita hasta que lo ve junto a teléfonos y banderitas de países vecinos, presentado en dos por el precio de uno y puesto en la puerta de la casa, aunque uno viva en un campamento guerrillero en Ecuador. Sólo un misterio: el grueso (¡y son gruesas!) de las televenteras, con excepción de Vanessa Navarro —Cleopatra de este mundillo—, suelen ser muy poco agraciadas… ¿no es belleza acaso lo que suelen vender? La caridad y la calidad deberían comenzar por casa.
En un matrimonio que estaba cantado, han reclutado los dueños del negocio a actores muy conocidos o muy varados, para que ayuden en la tarea de presentar espejismos como realidades incuestionables. Tal vez la lógica sea tan sencilla como el negocio: quién mejor que un experto en vender lágrimas y polvos de utilería para amarrarnos la faja, meternos el omega 3 —y los dedos— en la boca y arrinconarnos el culo en unos jeans que, como el viagra, lo paran todo… aunque por detrás.
Las amas de casa los tienen por gurúes de la salud, los periodistas de entretenimiento los chupan como jugosa teta, los canales públicos los cortejan a ojo cerrado y los medios de comunicación nos venden la idea de que se les entran por la puerta de atrás, cuando todo el mundo sabe que tienen tapete rojo (vendido a la empresa, de seguro, por ellos mismos) en la principal.
Un televentero disponiendo del futuro de Pradera y Florida. Un televentero gobernando Venezuela. Un televentero al frente de la licitación de los nuevos canales privados. Un televentero persiguiendo los virus de la red. Un televentero, desde Georgia, tranquilizando a Moscú. Un televentero apersonándose de los gases antes de que se acomoden en el invernadero que flota sobre nuestras cabezas. Un televentero pavimentando el Tercer Mundo. Un televentero recibiendo testigos en Palacio de Nariño… ¡Qué distinto sería todo si entendiéramos de una vez por todas que los televenteros son quienes deben ocuparse de resolver nuestros problemas!
El espectador.
El desnucadero
¿Hacerse uno matar por pelota?
Por: Gustavo Gómez Córdoba
UNA LAMENTABLE CONDICIÓN FÍSICA me impide entender el problema enorme de los fanáticos del fútbol que, cada tanto (entendiendo, literalmente, “tanto” como gol) recurren a la violencia para expresar el malestar que les produce ver perder a su equipo.
Digo que una condición física pues, siendo dueño de unos pies más planos que pecho de nadadora y de la más feroz de las rinitis, nunca tuve con qué meterme a una cancha. Por eso, y, de ñapa, porque preferí los libros y los discos a los balones, no encuentro una sola razón valedera para que un muchacho mate a otro por el color de una camiseta.
¿Hacerse uno matar por adorar a un argentino que viene de paso, temeroso del país pero atraído por la plata? ¿Hacerse uno matar por respaldar a un arquero que visitaba capos asesinos en una cárcel? ¿Hacerse uno matar por apoyar al dueño de un equipo que, tras mudarlo de plaza por conveniencias monetarias, tiene por costumbre clavarles su virulenta lengua a los árbitros? ¿Hacerse uno matar por aplicar como dogma los comentarios de un periodista deportivo que aprovecha su programa de radio para llamar a sus colegas drogadictos y proxenetas? ¿Hacerse uno matar por un equipo al que ni el paso del tiempo logra enfriarle los dineros calientes? ¡No me jodan, yo no soy tan pelota! Llegado el caso, me haré matar por mis hijos, por la tranquilidad de mi familia o por salvar la vida de alguien, pero no cuenten conmigo para apuñalar en nombre de una camiseta sudada.
Hinchas o no, quienes entendemos al fútbol como lo que es, vale decir, un deporte, jamás digeriremos que un marcador decida quién vive y quién muere. De ninguna manera desconozco, por rinítico y mal parado que esté, la emoción de los goles o la importancia de medir fuerzas sanamente en un partido. Pero si el entretenimiento degenera en muerte, estamos dejando los terrenos de la civilización y regresando a las cavernas. Y les recuerdo que en las cavernas cualquier cosa parecida al fútbol se jugaba con cabezas humanas como balones.
Ojalá la solución fuera multar a los equipos, prohibir las barras, no permitir el uso de camisetas a los hinchas o sancionar las plazas y sus estadios. Medidas todas de aplicación incómoda pero no imposible. El verdadero partido de fondo es un poco más delicado: los hinchas asesinos matan y se matan porque, como Rodrigo D., no tienen futuro. El domingo, en el estadio, es el único día en que hacen algo que creen realmente valioso. El resto de la semana son ciudadanos de tercera, arrinconados en barrios infernales, acosados por la necesidad, acostumbrados al desempleo y susceptibles a todo vicio que se les cruce por enfrente. La aparente fortaleza que exhiben es apenas la capa externa de su fragilidad.
¿Nos merecemos los hinchas que tenemos en este país acostumbrado a marchar en reversa? Estoy tentado a creer que sí, pero me reservo el íntimo derecho de decirle aquí al fanático de la navaja entre los bolsillos, al tipejo orate que prefiere pasar un domingo en el estadio mientras sus hijos andan perdidos en la calle, al que invierte lo del arriendo en seguir a su equipo por todo el país, al que se cambia el nombre en notaría para llamarse como el onceno de su ciudad y al que declara orgulloso que primero es hincha rojo, azul o verde que colombiano, que se le zafó algo en la cabeza y que debe correr a comprar el bono de salud para cita urgente con un psiquiatra. Están todos muy enfermos, enfermos de algo tan grave que mis pies planos y mi rinitis, expuestos frente a su dolencia, parecen apenas un partido de banquitas.
El espectador

Teniendo en cuenta las lecturas, redacta un artículo de opinión, coherente y cohesivo, de tema libre, haciendo uso adecuado de los signos de puntuación, las conjunciones, las preposiciones y las frases prepositivas.

No olvides enviarlo a rnavajasd@gmail.com o publicarlo en http://literaweb2.blogspot.com/

jueves, 15 de julio de 2010

LOS CINCO PRIMEROS MANDAMIENTOS EN LA RED

1. Respeto. Al usar Internet, se debe respetar a los demás usuarios y reconocer las consecuencias de la injuria, la calumnia y la difamación.


2. Libertad. En la red el usuario tiene la opción de decidir si participa o no en actividades que ofrezcan los ambientes tecnológicos, sin dañar a otros.


3. Identidad. No se debe revelar información confidencial ni suplantar a otros. Tampoco es válido compartir las contraseñas con otras personas.


4. Integridad. Es clave tomar precauciones sobre la gente que se conoce en los ambientes tecnológicos. Hay que tener el mismo cuidado que en la calle.


5. Intimidad. Sólo se debe compartir información si no vulnera la privacidad. Se debe respetar la información de otros.

TÓPICO HILOS Y METAS 8° BIM III

TÓPICO GENERATIVO Me conozco, reconozco, pienso y reflexiono sobre mi realidad sociocultural

HILOS CONDUCTORES.
¿Cuáles son los elementos socio-culturales, que afectan mi comportamiento y el de los demás ciudadanos?
¿Cómo se presentan los argumentos en un texto para lograr persuadir y/o convencer a mi interlocutor?
¿Cómo puedo ser crítico y ético frente a mi producción textual?

METAS DE COMPRENSIÓN:
1. EL estudiante desarrollará comprensión redactando oraciones subordinadas para estructurar textos argumentativos coherentes y cohesivos.
2. El estudiante comprenderá elementos de los movimientos modernistas y pos-modernistas reconociéndolos como una herramienta para distinguir el pensamiento y el actuar del colombiano del siglo XXI.
3. El estudiante desarrollará comprensión redactando textos periodísticos para expresar sus ideas e interactuar con su entorno.





















TÓPICO HILOS Y METAS 7° BIM III

TÓPICO GENERATIVO

Lo que quieras... ¡Comunícalo!

HILOS CONDUCTORES

¿Cómo utilizo los recursos gramaticales en mis producciones escritas?
¿Cómo puedo analizar y escribir poemas para expresarme?
¿Cuáles son los elementos del texto audiovisual que permiten la aceptación de una idea?

METAS DE COMPRENSIÓN:

1. El estudiante desarrollará comprensión en la construcción de oraciones compuestas para estructurar textos coherentes, cohesivos y concordantes.
2. El estudiante desarrollará comprensión al leer, analizar y escribir textos poéticos para aumentar su competencia literaria.
3. El estudiante desarrollará comprensión realizando piezas audiovisuales para reconocer la intención comunicativa del discurso visual y oral.